A lo largo de mi trayectoria como profesora de español, he aprendido que enseñar un idioma es abrir la puerta a una forma distinta de ver el mundo. No se trata solo de dominar estructuras lingüísticas, sino de crear espacios donde el estudiante pueda expresarse con confianza, entender matices culturales y sentirse parte de una conversación global. Mi enfoque combina claridad pedagógica con una conexión genuina con las emociones, el ritmo y la curiosidad de quien aprende.

Por eso, todos los materiales que creo —desde novelas hasta recursos didácticos— tienen un propósito muy claro: hacer del aprendizaje una experiencia viva. Me esfuerzo en ofrecer contenidos que no solo informan, sino que invitan a pensar, imaginar y sentir. Creo en una enseñanza que no impone, sino que acompaña; que no se limita al aula, sino que se extiende a cada momento en que una palabra cobra sentido en la vida del estudiante.