En el aula de idiomas se nos presentan los 6 retos existenciales en mayor medida que en otras aulas. Como aprendices, porque los retos con los que nos encontramos son a veces dificultosos. Como enseñantes, porque necesitamos aprender cómo gestionar la comunicación ante una realidad como esta.
Dicen que sin pena no hay gloria, y es que las expresiones tradicionales tienen una gran carga significativa. El ser humano viene al mundo a vivir una experiencia que a través de su mente consciente quiere imaginar como una historia de éxito. De lo que no cabe duda es de que, a la mayoría de las personas no nos satisface sufrir. Sin embargo, nunca seríamos capaces de apreciar lo que tenemos si no pudiéramos experimentar el dolor que nos causan aquellas cosas que nos inquietan.
Dentro de la realidad consciente que creamos como individuos a través de nuestra percepción hay un reto que se nos presenta como un caballo de batalla cada vez que experimentamos una emoción a la que no queremos enfrentarnos. Todos estamos expuestos a este reto y solo logramos superarlo cuando lo hacemos consciente y trabajamos en él.
Unos modelos lo llaman el problema existencial, otros la herida de nacimiento. Entendiéndolo como un factor positivo que nos tiene que empujar a superarnos, podemos llamarlo el reto existencial. Este reto es un potencial desencadenante de nuestro estrés.
Tipos de retos existenciales
Para entender los 6 retos existenciales en el aula de idiomas, tenemos que hacer una diferenciación entre lo que es la emoción y el sentimiento. Los retos existenciales son emociones con las que batallamos porque al ponerles un pensamiento, las transformamos en sentimientos negativos. Por eso, las reprimimos y las escondemos como mecanismo de defensa.
Todos los tipos de retos existenciales están relacionados con un estilo perceptivo, puesto que emanan de la forma de interpretar el mundo.
Estos son seis retos existenciales que observamos en el aula. Podemos aprender a leerlos entre líneas a partir de determinadas situaciones, porque se repiten en el marco de un estilo perceptivo predominante:
- La pérdida
- El miedo
- La rabia
- La falta de autonomía
- La responsabilidad
- El vínculo afectivo
Todos ellos los enmascaramos, sin embargo, afloran de una forma u otra cuando nos encontramos en situaciones límite. Para poner un ejemplo, una persona que no lidia bien con la rabia, la contiene, pero si experimenta un alto nivel de estrés, raramente evitará ponerse roja y aguantará el aire para no soplar.
Una persona que lidia con la falta de autonomía, mostrará que no quiere ayuda pero acabará aceptándola. Lo mismo sucede con todas las emociones enmascaradas.
Cómo podemos reconocer estos retos en el aula
Un alumno que nunca se pierde ningún detalle; evita saltarse una clase aun cuando tiene un conflicto de intereses; no puede permitir que las explicaciones sigan adelante si no le queda todo claro; o habla rápido cuando le toca para aprovecha bien su turno suele ser una persona que no tolera bien la pérdida.
El alumno que se retracta de lo que dice, que pone un énfasis excesivo a sus expectativas; que le cuesta reconocer sus errores; o que interfiere cuando otros están hablando para reforzar su posición es normalmente una persona que no lidia bien con el miedo.
Una persona que sierra los dientes para no decir lo que le gustaría; se ruboriza, aunque esto la avergüence; se sobreadapta a las situaciones; y en última instancia se victimiza por lo que le sucede, muestra una señal de estar conteniendo la rabia.
El silencio; la lucha por esconder la necesidad de tiempo para procesar algo; la desaparición de la escena saltándose clases sin dar señales de vida; o la dependencia hacia otras personas son signos que muestran la dificultad a enfrentarse a la falta de autonomía.
Dejar para mañana lo que se puede hacer hoy; tener una actitud de paseo ante los retos de aprendizaje; la impuntualidad, o la falta de compromiso, son todos ellos rasgos que se asocian a la dificultad para enfrentarse a la responsabilidad.
La persona que muestra tendencia a mirar siempre por su propio beneficio; responde a veces de forma revanchista; quiere redefinir las normas; o trata de imponerse oculta a través de su fuerza la dificultad que les supone el vínculo afectivo en el aula.
Ahora que sé esto, ¿qué hago con ello?
Y, ahora que sé todo esto, ¿qué hago con ello? Esta es mi sugerencia y lo que yo llevo aplicando desde hace años en el aula:
- Regálale siempre que puedas unos minutos a la persona que batalla con la pérdida y le mostrarás que contigo no va a perder nada.
- Relativiza el error e interésate por las expectativas de un alumno que se reafirma en exceso para relativizar su miedo e incrementarás sus índices de motivación.
- No expongas sin necesidad a un alumno que se sobre adapta y se muestra a sí mismo con términos negativos y mitigarás la rabia que puede contener.
- No juzgues las ausencias y busca cómplices entre los compañeros que puedan complementar la dependencia de las personas que esconden su falta de autonomía y sentirán que pueden ser libremente como son.
- Motiva, interactúa y ponles restos interesantes a las personas que tienen dificultades lidiando con la responsabilidad y conseguirás más índice de compromiso por su parte.
- Evita juzgar, muestra admiración y sé comprensivo con las personas que demuestran ímpetu y una energía dominante y reforzarás el vínculo afectivo con ellas.
Los cambios que podemos experimentar como profesionales cuando integramos este conocimiento en el aula son asombrosos, sin embargo, no debemos olvidar que nosotros como personas que somos también estamos expuestos a este reto y esto se refleja en el aula.
Por tanto, como enseñantes, es importante primero entender cuál es nuestro propio reto existencial. De esta forma, podremos observar con perspectiva los 6 retos existenciales en el aula de idiomas.