Alumnos con percepciones en el aula

Las Percepciones en el Aula de Idiomas

Cuando ponemos atención a las cosas que podemos mejorar en el aula de idiomas, aparecen en primera instancia la metodología, el contenido, las dinámicas, y otros aspectos de carácter más bien formal. Raramente, pensamos en la manera que tenemos de comunicarnos y en cómo esta puede condicionar nuestras relaciones. 

Es fácil pensar que, cumpliendo con el currículum, cubriendo todas las competencias lingüísticas y creando dinámicas originales, estemos dando ya la respuesta necesaria como instructores. Sin embargo, hay algo esencial que muchas veces se nos escapa. Un día, salimos del aula con una sensación de no haber llegado a nuestros alumnos como nos hubiera gustado. Esta situación, se repite y si no logramos detectar la causa real, es posible que se prolongue a pesar de nuestro esfuerzo por cambiarla.

Las necesidades de reconocimiento, la insatisfacción y el estrés, tanto de los alumnos como de los instructores, son frecuentes en el aula de idiomas. Son incluso más habituales que en otras aulas. Solo hay que observar a las personas cuando dudan de sus posibilidades para aprender el idioma o cuando por el contrario creen que exceden el nivel del aula.

A través de la expresión corporal y de los gestos, alumnos y enseñantes reflejamos nuestro nivel de tensión. Aunque de adultos aprendamos a contener la tensión, si no logramos superarla para constatar que el aprendizaje o el éxito profesional, lo más posible es que sucumbamos a la frustración y quizás a un futuro abandono del aula.

Lo mismo sucede a la inversa. Cuando somos los instructores los que estamos en estrés, nuestros alumnos pueden percibirlo por nuestra expresión, nuestro tono de voz e incluso nuestra forma de operar que de repente parece no estar bajo control.

¿Qué podemos hacer para realizar una lectura de las percepciones en el aula?

Nuestra forma de aprender está estrechamente relacionada con nuestra percepción y, por tanto, se apoya en unos mecanismos mentales. Para hacer una rápida lectura de las percepciones, las dividiré en cuatro grupos según estos mecanismos de interpretación:

  • Intelectualización
  • Emoción
  • Abstracción
  • Acción

Estas cuatro formas de relacionarnos con el aprendizaje nos permiten llegar al mismo objetivo a través de diferentes caminos.

La intelectualización tiende a pensar o reflexionar sobre el objetivo de aprendizaje. La emoción lo hace a través de la conexión entre la emoción y el sentimiento. La abstracción, a través de la imaginación. Y la acción a través de la interacción dinámica.

Analizando el lenguaje, las posturas, la expresión facial, o el lenguaje corporal, podemos obtener una primera idea sobre el estilo perceptivo. Todas las personas que comparten un estilo perceptivo presentan muchas similitudes en todos estos aspectos.

Qué sucede cuando nos aferramos a nuestra percepción para resolver dificultades

Estas son algunas de las actitudes que nos llegan a veces mediante mensajes subliminales, otras de manera directa dentro del aula:

  • Si no me lo explicas de una forma que se adapte a mí, no voy a entenderlo.
  • No digo nada, pero mi cara se pone roja como un tomate.
  • De repente, desaparezco y me paso días sin venir al aula.
  • Bostezo de aburrimiento o me impaciento ante la falta de dinamismo.
  • Adopto una actitud irónica.
  • Empiezo a dudar y a cometer errores de forma reiterada.

Todas estas actitudes son propias de los diferentes estilos perceptivos y si no reciben un input satisfactorio, se convierten en estrés. Por eso, es importante aprender a entreverlas para recurrir a respuestas adaptativas y anticipar el estrés de los alumnos. Si logramos este objetivo, nuestro bienestar como instructores en el aula podrá mejorar exponencialmente.

¿Qué puedo hacer para comenzar a realizar adaptaciones?

Estos son algunos pasos que puedes llevar a cabo para comenzar a realizar cambios:

  • Analizar y reconocer tus propias actitudes y necesidades.
  • Entender con qué actitudes no te relacionas bien para saber dónde están tus retos comunicativos.
  • Dejar de juzgar para pasar solo a actuar.
  • Sonreír y adaptar tu lenguaje, tu tono de voz e incluso tus gestos cuando hablas con alumnos que muestran sus primeros signos de estrés.
  • Ofrecer otras formas de explicar lo que no se entiende y si no tienes a mano una buena alternativa, comprometerte a buscarla.
  • Reducir la presión adaptando la dinámica o la tarea que estás pidiendo.
  • Buscar una forma de desdramatizar que sea empática y que minimice el impacto de aquello que está causando estrés.

Todas estas acciones te pueden ayudar a mejorar sustancialmente la relación con tus estudiantes. Aunque, una de ellas es la principal y la que te permite comenzar a aplicar estos cambios. Para entender la forma de percibir de los demás, primero tienes que conocerte tú. Si no puedes reconocer tus propias percepciones y entender qué es lo que conllevan a nivel comunicativo, es difícil que puedas entender la percepción de otras personas y anticipar su estrés.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *